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[Reseña] Superman: Hazaña que demuestra lo excepcional de nuestro máximo símbolo

El nuevo Universo DC realmente nos hace mirar hacia arriba con esperanza.

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La promesa era una sola. Volver a mirar hacia arriba con el regreso de Superman a los cines en el renovado Universo DC (DCU), buscando abrazar toda la mitología del Hombre de Acero en un mundo que cree que los valores del héroe de luz creado por Jerry Siegel y Joe Shuster son anticuados.

Cuando todo se nos pone en contra y hacer el bien es visto con desconfianza, porque no puede comprenderse que alguien tan poderoso se dedique a entregar verdad, justicia y un mañana mejor, es cuando más necesitamos a un héroe movido por la compasión y la creencia en la bondad inherente de la humanidad.

Aunque no nació en nuestro planeta, lo reconocemos como nuestro máximo símbolo porque Superman representa aquello a lo que aspiramos, lo mejor de nosotros, y eso va más allá de razas, colores y fronteras.

Es ahí donde James Gunn, como director y guionista, cumple la promesa inicial. Vemos hacia arriba con esperanza, dando un tremendo inicio cinematográfico al DCU.

Es cierto que todo comenzó con la serie animada Creature Commandos, una potente declaración de principios de la nueva era bajo el techo de DC Studios que encabeza Gunn junto al productor Peter Safran, pero el verdadero inicio está acá, en la primera aventura del paladín de Metrópolis.

La película no requiere volver a presentar la destrucción de Krypton ni la llegada del pequeño Kal-El a la Tierra para ser adoptado por el bondadoso matrimonio Kent en Kansas. Eso ya es historia conocida. Un texto introductorio da cuenta del mundo en el que se desarrollará esta historia y eso es suficiente. Desde hace mucho tiempo que existen los metahumanos en el planeta, por lo que las personas con poderes no son algo nuevo para la humanidad.

Superman lleva activo varios años y, al verlo por primera vez en pantalla, nos encontramos al kryptoniano en una circunstancia completamente nueva para él: derrotado, cayendo desde los cielos al hielo ártico. El simbolismo no pasa inadvertido, con un héroe maltrecho que debe volver a casa para recuperarse. Y ahí es donde nos sentimos completamente en casa como espectadores, con una historia que abraza el corazón de su personaje titular, hasta lo que pueda parecer arcaico.

Este Superman no es un ciudadano estadounidense, no representa a una nación y no se cuestiona el intervenir en conflictos internacionales. No hay límites, ni fronteras, para lo que él puede hacer cuando hay que salvar vidas. Hasta la criatura más pequeña debe ser protegida. Eso es y siempre será Superman.

Con el corazón bien puesto en los elementos clave de su personaje titular, Gunn y compañía integran todos aquellos aspectos que nunca pudieron ser explorados en anteriores encarnaciones. Acá no importa el realismo, sino dar vida a todos los ingredientes fantásticos que hacen brillar la imaginación en los cómics.

Por lejos, Superman es la película que más se acerca a la magia de las historietas, moviéndose con destreza entre conceptos alucinantes y fantásticos que son pan de cada día para este mundo de ficción mientras aborda temas reales, cercanos, que buscan hacernos reflexionar sobre nuestra realidad.

Hay perros con capa que vuelan y universos de bolsillo, pero también países invadidos por naciones vecinas a raíz de intereses políticos. Tenemos monstruos gigantes que atacan ciudades, pero también habla de la xenofobia y de la importancia de aceptar a los que son diferentes.

Nada de esto funcionaría si no tuviera un buen elenco, el cual sale airoso con un David Corenswet que entrega la mejor encarnación de Superman desde Christopher Reeve. Son palabras mayores, pero no se puede describir de otra forma. Encarna al Hombre de Acero con sinceridad, amabilidad y pureza, siendo un faro de esperanza y bondad para un mundo que no necesariamente comparte los mismos ideales. Encantador y alegre ante los que defiende, implacable con sus enemigos.

Todo esto se eleva gracias a la tremenda química existente entre Corenswet y Rachel Brosnahan, cuya Lois Lane es la perfecta personificación de la intrépida reportera que cuestiona todo y a todos, incluso a sus cercanos, buscando traer la verdad a la luz. Ilumina la pantalla cuando entra en escena. Mientras que, del lado de los antagonistas, Nicholas Hoult realmente se transforma en Lex Luthor, uno que no puede aceptar que alguien tan poderoso, que no viene de nuestro mundo, demuestre lo débil que somos los humanos en comparación. Más detestable que maléfico, es la perfecta contraparte de los valores del Hombre de Acero. La némesis absoluta.

Aunque hay muchos personajes con poderes en esta historia, nunca opacan al héroe titular. Esta es su película, su relato, pero aquello no impide que superhéroes como Mr. Terrific tengan su momento para brillar, especialmente gracias a un comprometido Edi Gathegi.

La película tiene el corazón bien puesto, pero la trama peca de enredarse donde no es necesario, siendo algo convulsa y con planes que no requerían complicarse tanto, algo que es más palpable en su tramo final, quizás lo menos sólido del conjunto. Al mismo tiempo, algunos personajes no reciben el mismo tratamiento que otros y, como el caso de Angela Spica / The Engineer (María Gabriela de Faría), no mucho se revelará más allá de una breve exposición. Tanto personaje termina pasando la cuenta, finalmente. Sumen a ello que el trabajo musical de John Murphy y David Fleming resulta más correcto que sobresaliente, pues nada logra ser superior a los arreglos al clásico "Tema de Superman" de John Williams.

Donde sí hay preocupación es en sus secuencias de acción, permitiendo dar vida a maravillosas e imaginativas batallas que jamás creímos ver en la gran pantalla. Cada golpe se siente, el riesgo es real para nuestro héroe, y aun así se toma el tiempo para evitar que haya inocentes heridos por sus acciones. Él puede resistir, los demás no, y esa es la base de su nobleza.

Superman es el mejor antecedente del potencial de este nuevo DCU al abrazar la magia de los cómics y comprender lo que hace único y tan querido al Hombre de Acero. Su fuerza no está en sus poderes, sino que en la enorme creencia que tiene en la humanidad, más que la que podemos tener nosotros mismos.

Es nuestro máximo símbolo porque representa lo mejor de los seres humanos, a lo que podemos aspirar, y jamás dejará de creer en nuestro potencial. Una sonrisa se formará en sus rostros al salir de la sala y esa es la mejor prueba de que la promesa inicial sí se cumplió. Bienvenido sea el nuevo DCU, anhelamos ver qué trae en su futuro.

Superman se estrena en los cines este jueves 10 de julio, teniendo funciones de preestreno este martes 8 de julio.

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