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[Reseña] Ninja Gaiden: Ragebound - Vaya regreso

Jugamos al último título de esta saga y así nos fue.

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Ninja Gaiden: Ragebound marca el regreso de Ryu Hayabusa con una entrega que no solo honra el legado brutal de la franquicia, sino que también se atreve a reinventarse para la era de las consolas de nueva generación y desde el primer momento el juego deja claro que no está aquí para complacer a todos porque su dificultad es despiadada, su ritmo frenético y su narrativa, aunque más elaborada que en títulos anteriores, sigue siendo un vehículo para la acción desmedida.

Y sí, aquí nos tiene Ninja Gaiden en 2025 con una historia nos lleva a un Japón futurista en ruinas, donde clanes rivales y entidades sobrenaturales luchan por el control de un artefacto ancestral. Ryu, más curtido y letal que nunca, se ve envuelto en una guerra que mezcla tecnología, mitología y venganza personal.

Nosotros probamos esta nueva entrega en la Nintendo Switch 2 que es aprovechada con soltura puesto que Ragebound corre a 60 cuadros por segundo estables incluso en los combates más caóticos y presenta una dirección de arte que combina lo tradicional con lo cyberpunk sin perder identidad. Los escenarios son variados, desde templos abandonados hasta ciudades iluminadas por neones, y cada uno ofrece verticalidad y secretos que recompensan la exploración.

El sistema de combate ha sido refinado aunque se mantiene la esencia de precisión y castigo, eso sí con nuevas armas, habilidades de sigilo y un sistema de parry que, aunque exigente, se vuelve adictivo cuando se domina. La curva de aprendizaje es empinada, pero el juego nunca se siente injusto; cada muerte enseña algo, cada victoria se gana con sudor.

Creo que uno de los mayores aciertos de este regreso de Ninja Gaiden es cómo abraza su herencia 8-bits sin caer en la simple nostalgia, porque aquí el pixel art no es solo decorativo y más parece una declaración de principios. Cada animación, cada sprite y cada transición de escena está cuidadosamente diseñada para evocar la estética de los Ninja Gaiden originales de NES, pero con una fluidez y riqueza de detalles que solo el presente puede ofrecer.

Las cinemáticas, por ejemplo, replican el estilo de las clásicas viñetas estáticas con zooms dramáticos y fondos granulosos, pero ahora con capas de profundidad y expresividad que hacen que cada gesto de los personajes cuente. Incluso los efectos de sonido —como el clásico “slash” metálico o el rugido digitalizado de los jefes— han sido reinterpretados con cariño, logrando que el juego se sienta como una carta de amor al pasado, sin dejar de ser una experiencia moderna y desafiante. Si eres gamer de esos antiguos como yo lo entenderás, y si eres de los más nuevos, date una oportunidad de salir de la ultra gráfica que seguro te enamorará.

La banda sonora, compuesta por Takeshi Yanagawa, mezcla guitarras distorsionadas con arreglos tradicionales japoneses, logrando una atmósfera intensa y envolvente, mientras que las cinemáticas están mejor dirigidas que en entregas anteriores, y aunque el guion es más bien simple, cumple su función de mantener el interés entre masacres. El modo historia dura unas doce horas, pero el contenido adicional como desafíos, jefes secretos y un modo cooperativo online (cero necesario) extiende la experiencia para quienes buscan dominar cada rincón del juego.

Ninja Gaiden: Ragebound no es solo un regreso, es una declaración... y todo en el llamado Año del Ninja. Ya está disponible en Nintendo Switch 1 y 2, PlayStation 5, Xbox Series X/S, PC, PlayStation 4 y Xbox One. Y no es para nada costoso, ya que ronda en los diecisiete mil pesos chilenos, algo así como 18 dólares.

Lo bueno:

  • Combate refinado y desafiante
  • Excelente rendimiento técnico en Switch 2
  • Diseño de niveles variado y visualmente impactante
  • Banda sonora potente
  • Contenido adicional que realmente vale la pena.

Lo malo:

  • Dificultad que puede frustrar a jugadores menos pacientes
  • Narrativa funcional pero poco memorable
  • Ausencia de doblaje al español latino

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