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A 25 años de "Toy Story", la película que nos llevó al infinito y más allá

La cinta de Pixar sigue tan vigente como el día en el que se estrenó.

"Al infinito y más allá".

Han pasado 25 años desde que escuchamos esa frase de parte de un juguete en una película que tuvo un doble impacto.

No sólo fue la primera cinta de animación digital, sino que además creó un estilo que entendía claramente que los dibujos no eran solamente para niños, logrando conquistar a adultos y a los más pequeños por igual.

Un cuarto de siglo después, "Toy Story" sigue tan vigente como el día en el que se estrenó, el momento en el que el mundo conoció a Pixar y su estilo de hacer animación, con cada película superándose en sus logros tecnológicos y con muy pocos eslabones débiles.

¿Quién iba a imaginar la historia de unos juguetes sería tan importante? Todo comenzó cuando conocimos a "Andy" y sus juguetes, donde un vaquero llamado "Woody" era su favorito. Es ahí que descubrimos que ellos tienen vida cuando nosotros no los estamos mirando y que tienen una misión en la vida: hacer feliz al niño que es su dueño.

Todo se desmorona para el comisario de juguete cuando llega un muñeco espacial, el favorito de los niños, "Buzz Lightyear", y él pasa a segundo plano. Y por si fuera poco, existe un segundo problema: este juguete nuevo no sabe que es un juguete.

Los personajes, en aquellos inicios de la animación por computadora, no sólo eran visualmente geniales, llenos de vida, sino que también eran complejos, con trabas y crisis existenciales.

Todos eran carismáticos, ninguno sobraba. Sí, marcó un antes y un después, dando un paso adelante en la forma de hacer cine animado, dejando atrás la querida animación tradicional, pero sin esos enormes personajes y sin esa gran historia no hubiera tenido el mismo impacto. Y lo tuvo, incluso hoy.

Con cada nueva entrega, los más pequeños siguen volviendo (o descubren) la primera "Toy Story", y uno con los ojos de adulto no puede sino sorprenderse de que siga funcionando, de que nos sigamos emocionando y riéndonos con los mismos momentos.

Después vino una secuela, "Toy Story 2", donde Pixar nos hizo callar al demostrar que las segundas partes sí pueden ser buenas, incorporando nuevos personajes y haciendo aún más profunda la trama al presentar el mayor miedo de un juguete: que su niño crezca y ya no quiera jugar.

Y aún así, nuestro héroe prefiere ver crecer a su niño que ser adorado por miles en un museo, aún sabiendo que en el futuro podría terminar en una bolsa de basura guardado en el entretecho. El estar junto a su niño mientras crece es algo a lo que jamás podría renunciar.

Además, la secuela de 1999 nos regaló un momento maravilloso en el que "Geri" -el mismo protagonista del corto "Geri's Game"- repara a "Woody". Es una escena llena de cariño, llena de detalles, donde el reparador deja en claro que para arreglar al juguete debe tardarse lo que tenga que tardar. En esto no hay prisas para quienes amamos los juguetes.

Sumando toda la secuencia inicial de "Buzz", la aparición de su doble, el encuentro en el ascensor con "Zurg" -con guiño a "Star Wars" incluido- y todo el impresionante cierre en el aeropuerto, una secuela realmente superior, tanto en lo técnico como en su historia.

Pasaron los años y llegó una tercera parte en  2010, en la cual "Andy" ya estaba por irse a la universidad y sus juguetes ya estaban preparándose para ser guardados, pero no "Woody". Su niño ya crecido iba a llevárselo con él.

Una serie de eventos desafortunados termina llevando a los juguetes a una guardería infantil, donde nada es lo que parece.

Acá hay dos momentos que la elevan y la transformaron, por entonces, en un perfecto capítulo final: los juguetes tomándose de las manos en una potente escena en la que todos creen que van a morir y optan por abrazar juntos aquel trágico destino; y toda la secuencia final, cuando "Andy" juega por última vez con sus juguetes de infancia, y la despedida con ese "Adiós, vaquero" que hizo a más de alguien soltar una lágrima.

Se seguía demostrando que se podían contar más historias, y de gran forma, con estos personajes, sin perder la frescura y la emoción, conquistando a nuevas generaciones y sorprendiendo a quienes los hemos seguido desde que éramos jóvenes.

La cuarta entrega de 2019 es un capítulo que cerró la historia de "Woody" y donde se consiguió el mayor salto visual y tecnológico de todas las películas de la franquicia. Un episodio que es tanto de reencuentros como de despedidas, sin perder la emoción y sin perder la complejidad de sus personajes.

Han pasado 25 años desde que Pixar demostrara que se podía hacer animación digital que tuviera el mismo impacto tanto en niños como en adultos.

Un cuarto de siglo después, sigue funcionando de maravilla, demostrando lo cierto de esa maravillosa y acertadísima frase: realmente nos llevó al infinito y más allá.