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Roman Reigns sepultó a Brock Lesnar y seguirá siendo el campeón indiscutido de WWE

Esta vez tenía que perder. Y no.

El cierre de SummerSlam nos traía una lucha archi vista y que en la antesala al evento despertaba más dudas y críticas que certezas y aprobaciones. Hablamos de Roman Reigns contra Brock Lesnar, quien buscaba los campeonatos unificados de la WWE.

Todo pintaba hermoso desde la entrada de Lesnar quien se acompañó de un montacargas devolviendo las bromas que le hacen gracias a su gusto por el trabajo de la granja, pero que obviamente serviría para darle una vuelta a este combate con estipulación último hombre en pie. Y vaya que nos sorprendió.

Primero porque hizo su propia presentación desde la pala y desde ahí mismo saltó a agredir al campeón quien se azotó fuertemente la cabeza contra la lona (completamente real), algo que afortunadamente no le trajo mayores inconvenientes para el combate.

Segundo porque Brock lo utilizó para tirar a un maltratado Reigns dentro de la pala, haciendo recordar los mejores momentos de la antigua WWF y desde una altura considerable lo dejó caer en el ring todo con la intención de debilitarlo para que no pudiera levantarse en el conteo de diez y así quedarse con la victoria.

Y tercero, porque ante el ya repetitivo hecho que el campeón se levanta de golpes que sus rivales no, Brock Lesnar tomó la decisión de empujar el ring con la pala y luego levantarlo de una punta para hacer rodar al “Jefe Tribal” de un lado a otro y así quedarse con los títulos. Pero como ya se ha hecho una mala costumbre nada de eso bastó.

Claro, porque aparte de lo ya contado, Reigns recibió un F5, varios suplex, golpes con la escalera de metal, rompió la mitad de una mesa con su cuerpo e incluso un maletinazo de Theory que intentó canjear su maletín (Lesnar se lo impidió con un F5), sin que nada fuera capaz de dejarlo en el piso.

Por contrapartida, el campeón tuvo que recurrir a la ayuda de sus primos quienes ablandaron a Lesnar y luego, tras dos lanzas y dos golpes con los respectivos títulos, los llamados “The Bloodline” sepultaron a Brock Lesnar con mesas rotas, sillas y escaleras para lograr el definitivo conteo de diez y la supuesta opción que este combate no vuelva a repetirse.

Entretenido combate gracias a Lesnar que fue superior, pero que no le bastó para ganarle a Reigns y evitar así un final ya muy repetido.