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[Reseña] Godzilla Minus One: Por algo es el rey de los monstruos

Con el Japón de posguerra como escenario, el factor humano es tan o más importante que el propio kaiju.

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Han pasado casi 70 años desde que Godzilla (Gojira) apareciera por primera vez en la gran pantalla, arrasando con un Japón que veía en esta gigantesca criatura el símbolo del terror nuclear, una parábola apocalíptica que marcó el nacimiento del kaiju eiga.

Godzilla Minus One, la más reciente entrega cinematográfica de la franquicia de Toho, vuelve a los orígenes de la saga al abrazar los elementos que la hicieron tan única, presentando al legendario kaiju como un despiadado azote de la humanidad que aterroriza a una población que aún no se recupera de otra gigantesca catástrofe: la guerra.

Takashi Yamazaki, quien escribe y dirige Minus One, entiende el enorme simbolismo de la bestia sobrenatural, con un relato envuelto en un tono fatalista donde la esperanza parece haberse apagado en el corazón de todos ante tamaña fuerza arrolladora.

La historia instala por primera vez a la criatura en el escenario del Japón de posguerra. Tras la II Guerra Mundial, la población sobreviviente intenta volver a levantarse en un país devastado, donde la bondad escasea y el hambre, como los traumas, abunda.

Un sobreviviente de la guerra es Kōichi Shikishima (Ryūnosuke Kamiki), un piloto kamikaze que no cumplió con su voto de sacrificarse por su país. Para él, su lucha no terminó tras el final de la guerra, culpándose por las muertes que sus acciones podrían haber evitado.

Cuando su camino se cruza con el de una mujer, Noriko Ōishi (Minami Hamabe), y una pequeña bebé, todos huérfanos de la guerra, la vida parece darle una segunda oportunidad. Pero todo queda hecho añicos cuando Godzilla emerge como una fuerza destructora en este país abatido.

Yamazaki también está a cargo de los efectos visuales y demuestra su enorme experiencia en aquel campo al entregarnos algunas de las secuencias más impresionantes de la franquicia, desbordando angustia y desconsuelo entre tanta devastación.

Es un horror diferente al del kaiju de Shin Godzilla de 2016, tan o más destructivo. Es una fuerza que arrasa indiscriminadamente y con ciega crueldad. Un villano aterrador que apaga cualquier sensación de esperanza.

Nada de esto funcionaría a tal nivel si el factor humano no fuera tan importante como el kaiju en cuestión. Las historias humanas son la fortaleza de Minus One, con personajes que nos importan y con los que conectamos, sufrimos y lloramos con ellos. Es el viaje que viene tras la guerra, o cualquier conflicto catastrófico que pueda estar ocurriendo en el mundo, el descubrir cómo salir adelante. Encontrar la salida cuando lo hemos perdido todo, aunque creamos no merecer esa recompensa.

La película tampoco se guarda las críticas hacia su propio país y las naciones extranjeras que dejaron a su suerte a los sobrevivientes que necesitaban ayuda de forma desesperada en el escenario de posguerra, siendo estas mismas personas las que perseveran y se levantan para contraatacar.

El héroe colectivo se forma cuando no hay más opciones, con una amenaza que justifica volver a arriesgar la vida. Pelear para tener un futuro.

Godzilla Minus One es un drama épico de posguerra, de culpa y redención, cargado de humanidad, remitiéndose a los orígenes de la saga con estremecedoras imágenes y una sensación multitudinaria de la devastación.

Han pasado siete décadas y Minus One nos viene a recordar de forma devastadora por qué Godzilla es el indiscutido rey de los monstruos.

Godzilla Minus One se estrenó este jueves en Chile y México, exclusivamente en los cines de Cinépolis (ex Cine Hoyts).

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