Publicidad

[Reseña] Chespirito: Sin Querer Queriendo | Reverente con algunos claroscuros

La exploración de la vida personal y creativa del querido comediante no se aleja demasiado de lo tradicional del género biográfico.

Publicidad

Es imposible hablar de la televisión hispanoamericana sin mencionar a un súper comediante que conquistó, y sigue conquistando, a generaciones de espectadores con creaciones tan emblemáticas como El Chavo del Ocho y El Chapulín Colorado.

Actor, comediante, compositor, director, guionista y un largo etcétera, Roberto Gómez Bolaños pasó a la historia como Chespirito y se transformó en una verdadera leyenda que es reconocido en todo el mundo. En lo que respecta a nuestra región, Chile y Brasil lo elevan al nivel de ídolo. Es alguien de enorme respeto y admiración, con incontables televidentes que crecieron viéndolo en la pantalla chica.

Con esos antecedentes, Chespirito: Sin Querer Queriendo, la serie biográfica que acaba de estrenarse en el streaming Max, anticipaba un escenario de reverencia que terminó concretándose en la exploración de la vida personal y creativa del querido comediante.

Un relato tremendamente reverente con algunos claroscuros, porque esta es la historia de Chespirito según el propio Chespirito. Así lo deja de manifiesto un disclaimer al inicio de su primer episodio en el que se precisa que la serie se basa en la autobiografía de Roberto Gómez Bolaños, "Sin Querer Queriendo – Memorias", y que algunos de los personajes, relaciones personajes y profesionales, eventos y tramas son ficcionadas en favor de la dramatización.

Aquello puede explicarse en la necesidad de evitar conflictos legales, porque la serie debe abordar inevitablemente momentos de la vida de Chespirito con dos personas clave: Florinda Meza, su segunda esposa y a quien conoció cuando estaba casado con Graciela Fernández, y Carlos Villagrán, quien dio vida a Quico y cuya amistad se rompió por diferencias creativas. Además, en un inicio, Villagrán fue pareja de Meza, alejándose completamente de Gómez Bolaños cuando la relación de ambos se hizo pública.

Esos personajes están, pero no son Meza ni Villagrán, cambiándoles el nombre por Margarita Ruiz y Marcos Barragán. Son ellos, pero no son ellos.

Se entiende que se haya optado por ahorrarse líos en aquel aspecto, pero el relato tampoco se la juega más allá de las reglas conocidas de una serie biográfica cuando se prometía una exploración de las luces y sombras de un hombre tan mítico, prácticamente divinizado. Ello se explica en que detrás de la producción esté Roberto Gómez Fernández, hijo menor de Chespirito, quien supervisó los guiones y ejerció como productor ejecutivo junto a su hermana Paulina. Todo está bajo el estricto escrutinio de una familia que busca dejar de manifiesto que esto es la vida de su padre según su propio padre.

Yendo y viniendo entre la juventud y la adultez de nuestro protagonista, recorriendo momentos de la vida de Roberto Gómez Bolaños desde la década de los 50 a los 80, vemos cómo este hombre con demasiadas historias y humor interior como para dejarlo encerrado en su propia persona persigue sus sueños, desafía a la imponente figura materna -Latinoamérica nunca cambia- y logra trabajar de escritor, siendo el primer paso de un importante camino en la naciente industria televisiva mexicana. Ya consagrado, vemos su decaimiento al verse atrapado en sus propias creaciones y la posibilidad de jugar en el amor con otra mujer, justo cuando recibe el "encargo" de una trama en Acapulco para El Chavo que no es más que una imposición de sus jefes por intereses propios. La distancia gigante entre el joven soñador y aquel adulto que ve cada vez menos creatividad en su trabajo.

Roberto Gómez Bolaños es interpretado por Iván Arango de joven y por Pablo Cruz de adulto, con este último siendo una extraordinaria elección al ser alguien que opta más por lo emocional que por imitar a alguien que no necesita ser reproducido. Pequeños momentos como su interpretación de "Piel Canela" dan en el clavo de forma impecable, transmitiendo más de lo que se expresa con la letra de aquel mítico tema.

Otros aspectos que logran relucir son la recreación de época siendo de primer nivel y la música ad hoc para impulsar la emoción central de cada escena. Hay una decisión artística muy acertada en darle al pasado, a la juventud de Roberto Gómez Bolaños, vibrantes colores e iluminación casi perfecta, como cuento de época, porque siempre vemos el tiempo pasado como si hubiera sido mejor. Lo idealizamos demasiado. Mientras que los momentos del "presente" de Chespirito tiene tonos más saturados y un ambiente más abrumador, buscando plasmar la frustración del estancamiento del artista al no poder explotar su lado creativo.

Aunque, por lejos, el aspecto más excepcional de la serie está en buscar ser un retrato de la evolución de la industria televisiva mexicana, con lo que significó la llegada de la televisión a los hogares, con las familias prestándose los equipos para probarlos y ver si se convencían para comprar uno "con facilidades de pago", y el quiebre de la idea de que ese mundo no llevaría a ninguna parte. Ver qué funcionaba y qué no, qué necesitaba ser llevado a la televisión, qué es lo que la gente quería ver. El cambio de paradigma de aquellos años a lo que hoy es regla es de lo más atractivo de la serie, siendo un verdadero homenaje a la cultura del entretenimiento de México.

La serie acredita en la visión artística a Gómez Fernández y a Rodrigo Santos, director principal, quienes apuestan demasiado a la segura cuando hemos visto en tiempos recientes obras biográficas que se la juegan por los riesgos y se salen de lo común del género, como Better Man (Robbie Williams) o Rocketman (Elton John). Entonces, el resultado es demasiado tradicional cuando queda claro que se podía ir más allá.

Chespirito: Sin querer queriendo es la ficción al servicio de una historia que busca evitarse problemas y de ahí que esto resulte más reverencial que revelador y arriesgado. Porque cualquier similitud con la vida real es pura coincidencia.

El primer episodio de Chespirito: Sin Querer Queriendo ya está disponible en el streaming Max, con capítulos de estreno cada jueves en la plataforma. La temporada se extenderá por ocho episodios en total

Publicidad