 
Influencers tecnológicos en Chile: cómo afectan las decisiones de los usuarios
Desinforman y no ayudan.
Si eres fanático de la tecnología, seguro has visto alguna vez un “influencer tech” anunciando el último smartphone o gadget con entusiasmo en redes sociales. Parecen expertos, se ven amigables, y hablan el idioma de quienes buscan estar al día, pero, ¿realmente sabemos qué hay detrás de esa recomendación?.
En Chile, la figura del influencer tecnológico se ha convertido en protagonista de conversaciones, compras y tendencias, sin embargo, el rol que cumplen va mucho más allá de entretener puesto que influyen en el modo en que la gente se informa, decide y consume tecnología, pero por detrás hay engaño.
Sí, porque en vez de compartir experiencias reales o pruebas profundas, la mayoría termina replicando el libreto de las marcas, convirtiéndose en rostros simpáticos que dicen lo que les pagan por decir. No faltan los “reviews” donde todo es maravilloso y ninguno de los problemas que puede tener ese equipo se menciona. Y en los comentarios, si es que los tiene, los usuarios agradecen y celebran, confiando en personas que no están comprometidas con la honestidad, sino con la visibilidad y el auspicio.
Perder la mirada crítica significa empobrecer el debate y no se trata de demonizar a los creadores ya que muchos empezaron con buena intención y pasión por la tecnología, pero hoy la confianza se compra y la autonomía del usuario se pierde. Y la cosa se pone peor ya que lamentablemente hay varios periodistas que pareciera han perdido la batalla y se volcaron a hacer exáctamente lo mismo que los influencers y entregan opiniones empujadas por los pagos que alguna marca les hace. Nunca hay nada malo y todo siempre es perfecto.
Pero ojo que esto no es culpa exclusiva de los influencers ya que las marcas son plenamente conscientes de a quién eligen para “hablar bien” de sus dispositivos y prefieren la influencia emocional antes que el conocimiento técnico porque eso, supuestamente, genera ventas rápidas. Sin embargo, esa lógica cortoplacista deteriora la confianza del público en la marca a largo plazo.
¿El resultado? Un mercado chileno cada vez más saturado de publicidad disfrazada de consejo, con una frontera entre información y promoción que se difumina y la conversación sobre tecnología termina teñida de espectáculo, likes y stories. La ética queda en segundo plano y, peor aún, se genera un efecto en cadena y quienes consumen tecnología acaban tomando decisiones basadas en videos y fotos bellamente editados, pero pobremente informados y que la mayoría de los casos los lleva a un error que les termina costando bastante caro comprando un equipo distinto a sus necesidades, botando esa inversión que tanto les costó.