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[Reseña] El día que la Tierra explotó: Una película de Looney Tunes | ¡Esto no es todo amigos!

Porky y el Pato Lucas son los inesperados héroes en esta película que nos recuerda el poder de la animación tradicional.

¿Por qué las películas de animación tradicional son tan escasas? Esa pregunta vuelve una y otra vez al espectador al ser testigos en la gran pantalla de la desenfrenada locura de El día que la Tierra explotó: Una película de Looney Tunes (The Day the Earth Blew Up: A Looney Tunes Movie), una verdadera celebración de los icónicos personajes y un festejo colosal del poder de dibujar a mano cada fotograma.

Para sorpresa de muchos, estamos ante el primer largometraje completamente animado de los Looney Tunes que ha sido realizado para estrenarse en cines. No, no cuenta ninguna Space Jam ni Looney Tunes: Back in Action. Esto es animación 2D al cien por ciento.

Aunque fácilmente pudo caer en el factor nostálgico, la película realizada por el equipo creativo detrás de la serie de cortos Looney Tunes Cartoons y bajo la dirección de Peter Browngardt (Tío Grandpa) opta por demostrar todo lo que se puede lograr con los principios más básicos del medio.

Es una insurrección revolucionaria ante la industria de la animación actual que prioriza lo digital por sobre lo tradicional, demostrando que se puede ir más allá con las fórmulas clásicas.

Hay cosas que simplemente nunca pasan de moda. Eso tanto en la animación como en la atemporalidad de sus personajes, verdaderas instituciones del medio que se preguntan cómo diablos tardaron tanto en llegar a la pantalla grande con su propia aventura completamente animada.

La comedia de ciencia ficción producida por Warner Bros. Animation, que el propio estudio decidió no estrenar por su cuenta y terminó obligando a otros distribuidores a salir al rescate, nos presenta a Porky y el Pato Lucas en una "buddy comedy" como improbables héroes y la única esperanza para nuestro planeta al quedar en el centro de un siniestro complot alienígena de control mental que involucra... chicle.

Homenajeando a clásicos de la ciencia ficción como La invasión de los hombres del espacio (Invasion of the Saucer Men), El Día que la Tierra se Detuvo (The Day the Earth Stood Still), The Thing (La Cosa) y hasta La invasión de los usurpadores de cuerpos (Invasion of the Body Snatchers), se da el gusto de entregarnos monstruosas criaturas de chicle y a toda la población del planeta convertida en seres carentes de cualquier emoción, donde los locos son justamente los más sanos de todo este entorno.

Aquello ni siquiera es el centro de la historia, que tiene a Porky y Lucas en aprietos al verse en una carrera contrarreloj para juntar dinero y reparar el techo de su caótico hogar. Si no lo logran, perderán su casa. Cada oportunidad de trabajo termina en desastre -estamos seguros de que alguien murió ahí-, hasta que consiguen hallar empleo en la fábrica de chicles local, verdadero orgullo de su pueblo, gracias a la ayuda de Petunia (gran incorporación a la dinámica). Es ahí donde se cruzan con esta conspiración de origen alienígena.

Resulta hilarante ver a esta pareja dispareja, criada como hermanos, tratando de encajar en un mundo demasiado cuadrado. Lo cierto es que, a veces, solo tenemos que volvernos un poco locos -o looney- para salvar el día.

Donde la película falla es en su notorio esfuerzo por tratar de apelar a las audiencias modernas, como su referencia al té boba o una secuencia de influencers de TikTok que se olvida rápidamente. Por ello, marcha mejor cuando captura la esencia del slapstick y la comedia absurda que inmortalizó a estos personajes. Si algo funciona, no lo cambies. Ver explotar al pato al masticar un chicle explosivo nunca falla.

Además, tenemos momentos increíbles como un importante personaje que se mueve bajo las reglas de la animación limitada y una escena al estilo Tiempos Modernos de Charles Chaplin con un aspecto Art Deco donde el compositor Joshua Moshier le da un giro al emblemático "Powerhouse" de Raymond Scott. El poder de la animación 2D golpeando la mesa.

Entre las risas, que son constantes, también hay tiempo para la emoción con estos personajes, entendiendo lo que los hace únicos e inseparables, y para las sorpresas, sin necesidad de caer en cameos innecesarios. Y… ¿hasta Bryan Adams?

Lo mejor de El día que la Tierra explotó está en el entendimiento del poder de la animación tradicional y del retorno a las infalibles fórmulas clásicas, que pueden seguir existiendo y prosperando con un giro moderno.

¡Esto no es… esto no es… esto no es todo amigos!

El día que la Tierra explotó: Una película de Looney Tunes se estrena este jueves 17 de abril en cines.