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[Reseña] Misión Imposible: La Sentencia Final | Satisfactoria conclusión

Tom Cruise lo da todo al arriesgar su vida con sorprendentes secuencias en un capítulo que no logra dar con la solidez habitual de la saga al anclarse en su propio pasado.

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Eran palabras mayores. A dos años del desenlace de Sentencia Mortal, la mejor franquicia de acción hollywoodense prometía un gigantesco punto culminante con su octava película, Misión Imposible: Sentencia Final (Mission: Impossible – The Final Reckoning), sirviendo como capítulo final para Ethan Hunt, el mejor agente de la Fuerza de Misión Imposible (IMF, por sus siglas en inglés).

Tom Cruise, como gran estrella y productor, cumple de forma satisfactoria el cometido teniendo a su lado a Christopher McQuarrie como director, guionista y productor, pero sacrifica en el camino la solidez habitual de la saga al anclarse demasiado en su propio pasado.

Desde el primer instante, la película que McQuarrie escribió junto Erik Jendresen nos recalca que "todo" llevó a esto, repasando las siete películas previas y dando a entender que las principales decisiones que nuestro protagonista tomó en el pasado provocaron los eventos en desarrollo en Sentencia Final.

Aunque se trate de una saga que tiene la palabra "imposible" en su título, demasiada casualidad termina siendo inverosímil en la necesidad de conectar absolutamente toda la franquicia en la culminación de esta. Ello provoca que los engranajes del mecanismo no se asienten tan bien como en las entregas previas, dependiendo más de lo que fue que de entregarle consistencia a su historia actual. Hay más celebración del legado que de cerrar todo de forma equilibrada y coherente.

En la octava aventura del Ethan Hunt de Cruise, no solo enfrenta a una amenaza que viene desde su trágico pasado -del cual poco y nada sabremos-, sino que también él y su equipo deben destruir a La Entidad. Esta corrupta Inteligencia Artificial está en todo y en todas partes, y sabe perfectamente cómo hacer daño a quienes se pongan en su camino.

La película entrega algunas de las mejores secuencias de la saga en las que Cruise sigue arriesgando su vida con el objetivo de dar el mejor espectáculo, especialmente aquella que involucra a un submarino -sin necesidad de diálogos ni música para elevar la tensión- y la anticipada escena del biplano, pero resultan ser bienvenidos oasis en un metraje que resiente su extensión de 160 minutos y que ocupa demasiado tiempo en presentar nuevos personajes que, a la larga, no resultan importantes cuando ya tenemos a todo un elenco del cual sí preocuparnos e interesarnos.

Cuando la historia vuelve al equipo de Hunt, con Luther (Ving Rhames), Benji (Simon Pegg) y Grace (Hayley Atwell), sumando a Paris (Pom Klementieff) y Degas (Gregory Davis, Jr.) a la dinámica, se nos recuerda la importancia de los compañeros, esa familia que da todo por aquellos que nunca conocerán, y por qué Ethan seguirá poniéndose en constante riesgo por protegerlos. Son el alma de todo, por lo que extraña que la trama separe constantemente al agente de ellos.

Además, la historia obliga al espectador a tener fresca en la memoria todas las entregas de la franquicia, lo cual resulta en un problema para el espectador casual que no entenderá por qué ese personaje que vimos hace casi 30 años en la primera película de Misión Imposible, de Brian de Palma, es importante en esta oportunidad.

La recomendación, desde esta vereda, es dar una revisión previa a Misión Imposible de 1996, Misión Imposible III de 2006 y Misión Imposible: Sentencia Mortal de 2023 antes de ir al cine para tener un panorama más claro de este capítulo muy anclado al pasado.

Junto con sus secuencias de acción, que resultan ser las menos en favor de presentar la amenaza central desde las conversaciones y discusiones entre cuatro paredes con los personajes que están al alcance del botón, lo mejor sigue estando en la anticipación de Cruise y McQuarrie al escenario actual de la industria del entretenimiento, con la lucha constante contra el algoritmo. Premonitoria y todo, nada podrá replicar el entusiasmo de concretar algo espectacular de forma real.

Ello, a diferencia de su capítulo previo, termina jugándole en contra en esta oportunidad porque al enemigo nunca lo vemos, impidiendo darle un necesario peso dramático a un villano tan imponente y temible. Esto queda de manifiesto al dejar completamente unidimensional al Gabriel de Esai Morales, con el antagonista cayendo en la caricatura y sin la exploración prometida en la anterior película.

Sumando y restando, Misión Imposible: Sentencia Final es una satisfactoria conclusión para una saga que comenzó hace tres décadas y que demostró que todo es mejor cuando la acción es real por sobre el algoritmo, cuando tomamos nuestras propias decisiones. Sea o no la última vez que veamos a Ethan Hunt, disfrutamos cada momento del viaje. Lo importante es el recorrido, no el destino, aunque uno hubiera deseado que el desenlace hubiera sido tan sólido como el resto de la travesía.

Misión Imposible: La Sentencia Final llega a los cines chilenos desde este miércoles 21 de mayo con preestreno.

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