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Google no tendrá que vender ni Chrome ni Android

Se rechazó la petición del Gobierno de Estados Unidos.

Google logró evitar una de las sanciones más drásticas en su historial judicial y no tendrá que vender ni Android ni Chrome, tal como lo determinó el juez federal Amit Mehta, quien rechazó la demanda del Gobierno de Estados Unidos que buscaba desmantelar parte del ecosistema de la compañía por prácticas antimonopolio.

Sin embargo, la sentencia impone medidas correctivas de alto calibre y que nunca antes se habían observado a esta escala en alguna de las gigantes de la tecnología, teniendo ahora Google que compartir los datos de búsqueda con sus competidores, abriendo una nueva etapa en la guerra por la relevancia en línea.

La decisión se basa en el hallazgo de que Google mantuvo monopolios ilegales mediante acuerdos de distribución exclusiva valorados en miles de millones de dólares y estos pactos impedían que fabricantes de dispositivos preinstalaran productos de la competencia, consolidando así el dominio de Google en el acceso a internet móvil y de escritorio. El juez prohibió expresamente este tipo de acuerdos, lo que podría modificar el panorama de los dispositivos Android en los próximos años.

Desde Google, el CEO Sundar Pichai expresó su preocupación por el riesgo de que el intercambio de datos permita a sus rivales realizar ingeniería inversa de sus tecnologías, por lo que la compañía ya anunció que apelará a la sentencia, lo que podría retrasar su implementación por años.

Pero no es lo único, ya que Google enfrenta otros litigios por su posición dominante en mercados como la publicidad digital y las tiendas de aplicaciones, en una ofensiva judicial que se ha intensificado desde el primer mandato de Donald Trump y que también involucra a Meta, Amazon y Apple.

Con todo, la sentencia marca un punto de inflexión ya que si bien Google podrá conservar sus productos estrella, deberá abrir parte de su infraestructura de datos, lo que podría alterar el equilibrio competitivo en el negocio de las búsquedas. Obviamente no es el fin del monopolio, pero sí un golpe directo a su blindaje histórico.