SuperGeek.cl
Síguenos:

[Reseña] El Eternauta: Hito contemporáneo que logra lo que parecía imposible

Ricardo Darín es Juan Salvo en esta adaptación de la obra maestra de Oesterheld y Solano López.

Cuando hablamos de El Eternauta, no solo nos adentramos en un cómic argentino que se ha vuelto un clásico imperecedero, sino que también en una obra que carga con un peso histórico ineludible, cuyas imágenes y mensajes siguen vigentes, hoy más que nunca.

Gigantesco, influyente y adelantado a su tiempo, el cómic escrito por Héctor Germán Oesterheld y dibujado por Francisco Solano López debutó en la revista Hora Cero el 4 de septiembre de 1957 para narrarnos una invasión extraterrestre desde la mirada de personas comunes y corrientes enfrentadas a una situación extraordinaria, lo cual terminó siendo una metáfora de la Argentina en la que transcurre el evento.

Sus personajes son una radiografía de la sociedad argentina de esos años, con el peronismo proscrito y con el mensaje del héroe colectivo como respuesta al ejercicio abusivo del poder y los intereses externos, siendo anticipatoria de lo que ocurrió dos décadas después con la dictadura militar que se impuso en Argentina en 1976.

Por ello, el desafío no era menor para una adaptación como la que acaba de debutar en Netflix de la mano de Bruno Stagnaro (Okupas), cargando con un peso histórico ineludible y la impresión de que la obra no podía ser adaptada de forma exitosa. Aquello no podía estar más alejado de la realidad cuando nos encontramos con los seis episodios de la serie de El Eternauta en el streaming, logrando lo que parecía imposible.

Stagnaro, que dirigió todos los capítulos y escribió la adaptación junto a Ariel Staltari, tiene gran respeto por la obra original y de su impacto en la cultura popular, siendo pionera en mucho de lo que vino después, pero también hay conciencia de que debe llenar la pantalla con los necesarios cambios para encajar en el formato televisivo y que no se sintiera desfasada con el tiempo en el que se publicó.

Es ahí que vienen dos cambios claves: el relato es contemporáneo, a diferencia de la obra original que transcurre en los '50, y el punto de vista narrativo ya no es el del propio protagonista relatando su historia ante un guionista de cómics -el propio Oesteherld-, sino uno más coral que ofrece la oportunidad de explorar perspectivas diferentes de un evento excepcional.

La gente protesta exigiendo recursos básicos, pero un grupo de viejos amigos está más preocupado de juntarse para disfrutar de una noche jugando truco. Es una noche calurosa de verano cuando todo se va a negro e, inexplicablemente, empieza a nevar sobre Buenos Aires. La gente comienza a desplomarse sin vida ante el contacto con los copos mortales y estas personas normales, aisladas por la muerte blanca, deben aprender a sobrevivir ante este evento apocalíptico, sin saber que la nevada es tan solo el anticipo de algo peor.

Stagnaro y su equipo entienden el peso con el que carga El Eternauta, pero también comprenden que nada es completamente intocable, manteniendo el espíritu de la obra de Oesterheld y Solano López al mismo tiempo de actualizar los mensajes y trasfondos a las luchas y desafíos actuales, en la que la gente común sigue peleando, pero contra enemigos muy visibles.

La historia de la humanidad ya nos demostró cómo actuaríamos ante una situación extraordinaria, con miedos y desconfianzas que dividen más que unir, lo que hace que el relato se siente muchísimo más real. Es una invasión, una situación irreal, pero se percibe muy cercana a la realidad.

Por ello resulta esencial la mirada documental que posee la adaptación, respondiendo constantemente cómo reaccionaríamos como humanidad ante una situación así, ante una nevada mortal que nos aísla y un peligro silencioso al que no podemos dar nombre. Nadie se salva solo, pero la búsqueda del verdadero héroe colectivo resulta en una lucha aún más grande en un mundo que demostró que un evento que paralizó al mundo no necesariamente lleva a la humanidad a unirse en comunión.

Es así como nuestro protagonista, el Juan Salvo de un gigantesco Ricardo Darín, sea alguien que no desea estar en la posición de un héroe o un líder. Es un hombre viejo, cansado, irritado, divorciado y distanciado de su familia, enfrentado a una situación homérica en la que no quiere estar. La actualización del personaje resulta en uno de los mejores pasajes de esta adaptación, siendo alguien con el que podemos conectar, con su rabia, sus arranques, su felicidad en momentos donde no pareciera haber nada para celebrar.

Lo quiera o no, resulta ser el centro de un héroe colectivo formado por amigos, esposas y gente que se cruza en el camino, niños e inmigrantes, tratando de ver lo mejor en una sociedad que pareciera querer siempre valerse por sí misma. De ahí que sea tremendo el trabajo actoral de Carla Peterson, César Troncoso, Andrea Pietra, Ariel Staltari, Marcelo Subiotto, Claudio Martínez Bel, Orianna Cárdenas y Mora Fisz, elevando aún más el relato con humanidad y hasta humor, con esa idiosincrasia argentina y latinoamericana que hace todo tan local y cercano.

Nada de esto sería posible si no estuviéramos ante un trabajo de producción que abordara la escala del relato, con una bellísima construcción de un apocalipsis blanco en una Buenos Aires cubierta por una nevada mortal. Uno puede reconocer las calles, priorizándose locaciones por sobre decorados, y las viñetas cobran vida de forma magnifica ante tamaño desafío.

Las melodías de Federico Jusid con música adicional de Francisco Sokolowicz capturan el espíritu de aventura que está en la base de la historia, con toques locales que hacen sentir todo más cercano y a una escala épica.

Al ver por primera vez a Juan Salvo con un traje protector caminando por una desolada y silenciosa ciudad, en la que la muerte está a tan solo una capa de distancia, se da una verdadera declaración de principios de que se puede hacer este nivel de historias en casa, en Latinoamérica, con resultados extraordinarios.

Otro postulado importante se observa al tomar lo viejo, aquello que estaba en desuso y que no era más que un recuerdo, para darle una segunda oportunidad. Lo que no servía para nada, pasa a ser valioso, siendo un llamado a no olvidarnos de lo que hubo antes y darle nueva vida. Tal como la propia historia que inspira esta serie.

La adaptación de El Eternauta no solo logra respetar el trabajo de Oesterheld y Solano López, sino que consigue con éxito trasladar la historia desde los años 50 a la actualidad con los miedos y desconfianzas reales, casi como un documental. Logra lo que parecía imposible y, lo más importante, es una serie que se siente hecha en casa.

La serie de El Eternauta estrenó este miércoles 30 de abril con sus seis episodios en Netflix.